Ya hay varios grandes consorcios de teleoperadoras trabajando para crear estándares globales de 5G. Aunque la mayoría de estos estándares todavía no han solidificado del todo, los expertos esperan que sea retrocompatible (con el 4G y el 3G) además de añadir interoperabilidad a lo largo y a lo ancho del globo.
Por decirlo de una manera muy simple, los teléfonos móviles son realidad radios de doble sentido. Cuando llamas a alguien, el teléfono convierte la voz en una señal eléctrica. La transmite entonces hasta la torre de telefonía más cercana usando ondas. La torre rebota la señal a través de la red de torres hasta que finalmente alcanza al receptor. Lo mismo ocurre cuando envías otro tipo de datos (por ejemplo, fotos o vídeo por WhatsApp).
Normalmente cuando una nueva tecnología de transmisión inalámbrica llega al mercado (como ocurre con el 5G), se le asigna una frecuencia más alta. Por ejemplo, el 3G ocupa la frecuencia de bandas hasta los 20 Mhz. En el caso del 5G, probablemente acabe en la banda que llega hasta los 6 Ghz. La razón por la que estas nuevas tecnologías ocupan bandas superiores es porque usualmente estas no están ya ocupadas y además mueven información a más velocidad. El problema, en cambio, es que las señales con frecuencias más altas no viajan tan lejos como las más bajas, así que se necesitarán varias antenas (MIMOs) que probablemente se usen para ampliar la señal allá donde se ofrezca 5G.
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